Mitos y realidades de la espondilitis anquilosante
Mitos
La espondilitis anquilosante es una enfermedad rara.
Realidad:
La espondilitis anquilosante es la más frecuente de todas las espondiloartritis, su incidencia puede variar de un país a otro, pero se calcula que afecta a 10 de cada 100,000 personas en América Latina.1,2
La espondilitis anquilosante es una enfermedad que afecta exclusivamente a los hombres.
Realidad:
Aunque su principal manifestación es el dolor de tipo inflamatorio en la parte baja de la espalda, la inflamación puede afectar toda la columna vertebral, otras áreas del sistema óseo como caderas, manos y muñecas, rodillas y tobillos y, además, comprometer otros órganos como: ojos, corazón, intestinos y piel.3
La mejor manera de disminuir el dolor asociado a la espondilitis anquilosante es con el reposo.
Realidad:
A diferencia de la mayor parte de las enfermedades reumáticas crónico-degenerativas, la actividad física es crucial en el tratamiento de la espondilitis anquilosante ya que además de ser de ayuda en el control de la sintomatología de la enfermedad, también previene otras enfermedades que pudieran complicar su pronóstico, mejora la calidad de vida de los pacientes y retrasa o detiene la progresión del trastorno.3,4
Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) no son una opción de tratamiento para la espondilitis anquilosante.
Realidad:
Se ha demostrado que usar AINE puede retrasar la aparición de nuevas lesiones en la columna vertebral, por lo que son el tratamiento de elección en etapas tempranas. Las personas con antecedentes de úlcera en el estómago, hipertensión arterial descontrolada o con problemas en los riñones deben tomar estos medicamentos con precaución.4
Los tratamientos biológicos deben utilizarse solo en casos muy específicos y para pacientes con enfermedad avanzada.
Realidad:
En los pacientes con afectación del esqueleto axial en los que, a pesar de probar con varios AINE, la enfermedad continúa con síntomas y actividad inflamatoria importante o en aquellos pacientes que han presentado problemas o está contraindicado la utilización de AINE, está indicado el tratamiento con terapias biológicas.
En la actualidad algunas de las terapias biológicas aprobadas para el tratamiento de las espondiloartritis son las que bloquean el TNF (Factor de Necrosis Tumoral) o la interleuquina-17A, una proteína inflamatoria4.
Los pacientes con espondilitis anquilosante tienden a terminar con las vértebras fusionadas o pegadas entre sí.
Realidad:
Tan solo un pequeño número de personas padecen la forma más grave de la enfermedad, caracterizada por la unión de dos o más vértebras. La mayoría de los pacientes mantiene una capacidad funcional aceptable, lo que les permite llevar una vida activa.4
La espondilitis anquilosante se diagnostica exclusivamente por dolor de espalda.
Realidad:
Los síntomas como el dolor de espalda solo sirven para establecer la sospecha de la enfermedad, pero deben corroborarse con estudios de imagen como los rayos X y la resonancia magnética. Sin embargo, existen variedades de la enfermedad en las que no se observan cambios radiográficos por lo que el diagnóstico debe complementarse con estudios de laboratorio como la determinación del antígeno HLA-B27 en sangre, la velocidad de sedimentación globular (VSG) y la proteína C reactiva (PCR).4